
La Policía de Mendoza intercedió cuando la gente del barrio intentaba rechazar, a toscazo limpio, el ingreso del colectivo al hospital, y disipó a la muchedumbre con balas de goma. El episodio exhibe hasta qué punto el grado de sugestión (cuasi psicótico) de las personas puede terminar provocando más daño que el virus mismo, y cómo aquella máxima de que “lo único que no tiene límites es la estupidez humana” se encuentra más vigente que nunca.
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