EL TIRO DEL FINAL

5/2/09

Ser vaca en Argentina nunca ha sido fácil. Tus dueños sólo te quieren para hacer plata. ¿Cariño?, nada. Dos por tres surge una inundación y hay que andar haciendo malabares entre los camalotes para no ahogarse. Eso siempre y cuando un rayo no te parta los cuernos durante una tormenta eléctrica. Dos por cuatro hay sequía, y encontrar un pasto tierno cuesta más trabajo que aprenderse el teorema de Pitágoras. Encima, cada vez hay más plantitas de soja, y los rinconcitos de existencia vacuna se van achicando hasta lo insoportable. Es una vida complicada. En el mejor de los casos, hay que acostumbrarse a que te aprieten las ubres todo el día. En el peor, hay que hacerse a la idea de que tus entrañas coronarán los exhibidores de cualquier carnicería.

En esas cavilaciones andaba una proletaria vaca cordobesa cuando, a puro instinto, percibió que iba camino al matadero. Hizo presión, como pudo, y a fuerza de pisotones se abrió paso entre sus congéneres. A la pasada, les semblanteó las miradas y vio que todas llevaban la inconfundible huella que deja la resignación cuando se intuye que se está en la puerta de la última tristeza.

Los muchachos del matadero no pudieron explicar los detalles, pero la vaca se escabulló entre los camiones y escapó en una loca carrera rumbo al centro de la ciudad de Morteros. Según resumió el informe policial, “circulaba descontrolada, arremetiendo contra personas y vehículos”.

Armados con lazos y otras yerbas, algunos de los empleados del frigorífico trataron de agarrarla para lavar el orgullo herido, pero loca como estaba, la vaquita proletaria los esquivó y siguió en estampida. A la carrera, y con el afán de vender cara su predestinada derrota, se llevó puesta a una señora de 45 años que, aunque voló por el aire, sólo sufrió un leve rasguño.

Un vecino comedido, de esos que nunca faltan, aportó lo suyo, y embistió a la rumiante libertaria con su Renault 6; la vaquita aguantó como pudo, pero quedó a tiro del nocaut. Fue entonces cuando, cansados de tanto alboroto, un par de policías de Morteros cortaron por lo sano y, al verla acorralada, tomaron una prudente distancia (por si las moscas) y le pusieron un par de balazos a la altura del cuello.

Los 500 kilos de pura vaca cordobesa se desparramaron por el suelo. Según cuentan en el pueblo, hubo varios testigos que siguieron conmovidos el episodio y, aunque son amantes del asado, llevan varios días sin probar un gramo de carne.

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