Y UN DÍA... DESBARRANCÓ LA ECOLOGÍA

31/7/08

En el norte de Minnesota, Estados Unidos, un oso que buscaba comida dentro de un pequeño tacho quedó atascado, y eso lo obligó a deambular con su cabeza encajada en el tarro de plástico. A partir de ahí, y siempre con el balde incrustado “hasta el cuello”, el oso anduvo durante seis días por diferentes zonas urbanas, imposibilitado de comer y beber.


Nadie se animó a arrimarse al animal para tratar de extraerle el tacho, ya que se lo veía nervioso y temían que pudiese reaccionar mal. Entonces, ante la imposibilidad de atraparlo, la policía decidió dispararle para evitar que causase algún accidente.


El jefe policial de la zona, Mike Lorsung, quien tuvo a cargo el operativo, aseguró que "un sólo tiro fue suficiente para matar al oso". Lorsung trató de justificar la acción al decir que en su comisaría no disponían "de tranquilizantes", y que acercarse al animal para quitarle el tarro "hubiera sido demasiado peligroso".


Tras la muerte del oso, la policía reconoció haber recibido docenas de llamadas y correos electrónicos, acusándolos de haberse precipitado. La respuesta oficial fue la misma de tantas otras veces:

-¿Yo, señor?; ¡no, señor!

La culpa es del bicho, por hacerse el oso.

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