Sucede que Norberto no sólo ganó nuestro último sorteo, sino que fue hasta la radio, vio los micrófonos, puso voz de locutor que fuma cigarros negros, entregó un tsunami de palabras destinadas a la audiencia y, lleno de elogios y aclamaciones, se retiró con su botella de vino tinto y un disco de Lila Downs.
En síntesis, este tapicero platense, devenido filósofo y emprendedor radiofónico, pisó
No será Julio César, pero se le parece bastante. Téngalo en mente, tal vez lo reconozca si lo cruza un día de éstos, sentado en un barcito de calle 12.
¿El Túnel? Bien, gracias. Lejos de Norberto y Julio César, seguimos sin “ir, ver, ni vencer”. A gatas, y cada tanto, sacamos un modesto empate.
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