RUSOMANÍA

25/4/08

Una reciente nota del diario “El Mundo” de España da a conocer datos desconocidos y sorprendentes (al menos para nosotros) de la idiosincrasia rusa. El artículo es una suerte de compendio de acciones tendientes a exorcizar la mala suerte, siempre de acuerdo a los usos y costumbres de los ciudadanos rusos promedio.

Así, por ejemplo, nos enteramos de que si usted anda debajo de un puente en Moscú, y justo en ese momento escucha el paso de un tren arriba de su cabeza, debe alzar los brazos por sobre la frente y golpear tres veces sus manos (en forma de aplauso) para evitar un brote de mala suerte provocado por la marcha del convoy.

Otros antídotos rusos para no caer en el infortunio son: nunca darle la mano a alguien que esté bajo el umbral de una puerta; no dejar botellas vacías sobre la mesa (ya que de lo contrario, la leyenda dice que nuestra existencia se tornará hueca); en caso de regalar flores, hacerlo siempre en número impar, puesto que los ramos pares sólo se destinan a las tumbas de los muertos; si en algún momento debe regresar de improviso al hogar porque se olvidó de alguna cosa, tiene que hacer una paradita obligatoria frente a un espejo de la casa, ya que mirarse de refilón en esas circunstancias ahuyenta la mala suerte.

Dentro del podio de supersticiones también está el hecho de conseguir un gato que espante los posibles malos espíritus de una casa, cada vez que haya una mudanza. Por otra parte, en los hogares moscovitas no se puede silbar, porque se interpreta que eso hace volar por la ventana a la riqueza futura (o sea, en caso de silbidos cierre primero su ventana). Tampoco se permite limpiar con la mano las miguitas que quedan sobre la mesa después de una comida, dado que ello puede provocar que el hombre de la casa se quede calvo. En cuanto a las mujeres solteras deseosas de casamiento, nunca deben sentarse en las esquinas de las mesas, puesto que el manual de hechizos dice que de esa forma no encontrarán marido en al menos siete años.

Por si todo eso fuera poco, hay otra cuestión que mezcla cábala con sentido de la convivencia: cuando un ruso, en un descuido, pisa a otro mientras camina por una plaza, este último siempre le devuelve el pisotón y de esa forma (aceptada por ambos) se neutraliza cualquier posible discusión. En fin, si alguna vez anda por Rusia visitando amigos y observa que escupen tres veces por encima del hombro izquierdo, no es que sean unos asquerosos, sino que están conjurando la mala suerte (según este particular modismo de supersticiones, arriba del hombro izquierdo de las personas se agazapa el diablo).

Los pasajeros que viajan en ómnibus, trolebús o tranvía, tienen como costumbre comerse su boleto si las tres primeras cifras que figuran en el número del pasaje suman igual que las tres últimas (no será el viejo y querido capicúa, ¡pero da suerte igual! Aunque a veces eso indigeste). Asimismo, en caso de que un gato negro se cruce en el camino, para exorcizar la desgracia hay que buscar un botón y sostenerlo en la mano. Y, por último, una máxima que nuestros inefables ex URSS disfrutarían extendiendo por el mundo: si usted descubre en su casa una arañita desplazándose por su tela, preste atención y observe hacia dónde camina: si el bichito asciende por su hilo, tenga por seguro que se avecina una buena noticia. Si por el contrario la araña desciende, la noticia será negativa... en ese caso (recomendamos nosotros, no los rusos), no dude, vaya y arremeta con el Raid.

Si después de leer todo esto usted todavía tiene ganas de obtener la nacionalidad rusa, lamentamos informarle que debe consultar a su psicólogo.

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