¡AGUANTE EL ADN!

2/5/08

James Lee Woodward, un norteamericano de 55 años, acaba de ser liberado en EE.UU. después de 27 años de prisión, al comprobarse mediante un examen de ADN que no cometió el crimen del que fue acusado en 1980. Ese año, había sido detenido por la supuesta violación y asesinato de su novia, y fue sentenciado a cadena perpetua. Los fracasos judiciales se repitieron cada que vez que intentó alguna instancia legal para probar su inocencia, hasta que hace un tiempo Woodward decidió acudir a la organización neoyorquina Innocence Project (Proyecto Inocencia), que se dedica a estudiar casos penales desde las nuevas posibilidades que brindan las técnicas basadas en el ADN.

Dos estudios de ADN, y su comparación con las diferentes pruebas que habían sido encontradas en 1980 en el lugar del crimen, permitieron establecer la inocencia de Woodward ante el juzgado. “No tengo palabras para expresar la trágica historia que tuve que soportar. Gracias a Dios existe Innocence Project. Sin ellos no sería libre, me habría muerto en la prisión”, dijo el estadounidense tras ser liberado, casi tres décadas después.

La injusticia en EE.UU. tiene origen y color: hispanos y negros

A partir de 1990, con la popularización de los estudios de ADN, más de 200 personas que cumplían condenas fueron absueltas en Estados Unidos luego de comprobarse su inocencia. El 60% de ellos eran negros (como Woodward), o ciudadanos de origen hispano. Varios de los exculpados esperaban su turno para ser ejecutados. ¿Qué pasa con la venda que tapa los ojos de la señora Justicia? ¿Acaso no todas las personas son iguales ante la ley? No es que queramos pecar de pesimistas, pero a veces parece que Miss Legalidad tiene un registro miope de la realidad. Menos mal que, de vez en cuando, las pruebas de ADN se empecinan y la obligan a enfocar correctamente. La culpa no es del chancho ni del elefante. ¿Quién les da de comer?

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