
Una semana después de cobrar el premio, Luke y su novia renunciaron a sus respectivos trabajos, se compraron una casa millonaria y partieron a saciar su sed de vacaciones con los bolsillos forrados y los corazones bien dispuestos.
Ya en 2008, pasado el furor de consumo y gozo que les generó la inesperada fortuna, la pareja galesa comenzó a plantearse la posibilidad de volver al trabajo. Pero lejos de iniciar un proyecto empresarial propio, Luke decidió regresar a su puesto de mozo en el local que Mc Donald´s posee en la ciudad de Cardiff, Gales.
Sucede que el muchacho, en sus interminables días de vacaciones, meditó intensamente y descubrió que, en realidad, lo que más extrañaba de su rutina laboral no era aquello que ciertos dogmas religiosos y filosóficos (de variado espectro) le adjudican al acto de trabajar: esto es, contribuir a la realización del hombre porque forma parte inseparable de su esencia. ¡No, señor! Luke Pittard volvió a su lugar en Mc Donald´s porque como él mismo afirmó en improvisada rueda de prensa, extrañaba a sus compañeros de trabajo... Estos últimos, al verlo retornar al local de hamburguesas con su antiguo uniforme de mozo, no dudaron en declarar ante los periodistas que: “Luke está un poco loco”.
¿Un poco?
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