
Si en algún momento el taxista intuye la posibilidad de un robo, o presencia un movimiento extraño del pasajero, tendrá la oportunidad de apretar un “botón de pánico” que activará el equipo de grabación. Las imágenes y el audio serán recibidos en tiempo real por operadores de las empresas de radio llamado que trabajan con el taxi, y también por la Secretaría de Servicios Públicos del municipio. Esos operadores actuarán como filtro e intentarán descifrar a través del video si en el vehículo hay una verdadera situación de emergencia. En

De esta forma, cada vez que el conductor lo decida, se podrá grabar todo lo que pase en el coche. Por estos días, se debate si esta suerte de panóptico tachero –que sin dudas sería la envidia del propio Foucault-, constituye en algún punto una violación del derecho a la intimidad de los pasajeros que, en su mayoría, juran no haber asaltado nunca a un taxista.
Como fuere, las rosarinas que gustan de pasear en minifalda ya cuestionan la posibilidad de que sus piernas puedan ser grabadas por cámaras furtivas. Según dicen, si algunos tacheros pícaros decidieran ponerse de acuerdo con los operadores de video, sus piernas bien podrían terminar coronando portales de Internet sin su permiso. El Gran Hermano 2.0 viaja en taxímetro, y parece que llegó para quedarse.
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