Los detenidos que cumplen condena en el penal N° 3 de la ciudad de San Nicolás, en la provincia de Buenos Aires, encontraron un trabajo justo para mejorar su karma y ganarse el cielo: en sus horas de encierro (que son 24 diarias, por cierto) fabrican hostias para que sean distribuidas en iglesias de la región.
La iniciativa comenzó hace un año, como parte de las actividades laborales impulsadas por el Ministerio de Justicia y Seguridad en el interior de las cárceles bonaerenses. Con el correr del tiempo los presos de San Nicolás han ido perfeccionando su técnica y ya fabrican cerca de 150 mil hostias mensuales que, misa tras misa, encuentran refugio en la boca de los feligreses.
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