MORALEJA A LA MENDOCINA

11/3/10

La joven de 20 años, bajita, con un embarazo muy notorio y rostro aniñado, paró un taxi en la Terminal de Ómnibus de Mendoza y pidió que la llevasen hasta la calle Lavalle. Apenas el taxista arrancó, la chica se inclinó hacia él y, con voz atolondrada, le dijo:

―Sabe que… siga derecho por esta cuadra, que antes de ir a casa tengo que pasar por un lugar, acá cerca, para retirar unas cosas.

El taxi recorrió algo más de dos cuadras y, de repente, la joven embarazada le indicó al chofer que debía detenerse frente a una casa. La chica bajó, se demoró un rato en la puerta de la vivienda y luego entró. Al cabo de unos minutos, salió y comenzó a cargar cosas en el taxi: bolsas con ropa, pequeños electrodomésticos y cubiertos.

El tachero la miró entre sorprendido y fastidioso. Dudó un instante, pero la ayudó a cargar. Cuando al vehículo ya no le entraba más nada, la joven dijo “listo” y le pidió al taxista que se dirija a la dirección que le había dado al comienzo. El chofer, algo desconfiado, le preguntó a qué se debía tamaña carga. Ella lagrimeó un poco y le contó que estaba recién separada y había aprovechado ese momento para retirar sus pertenencias, ya que sabía que su ex marido no estaba en casa. ―No terminamos nada bien, sabe―, alcanzó a murmurar entre sollozos.

El taxista hizo un ademán inverosímil, como demostrando comprensión, murmuró “qué se le va a hacer” y puso en marcha el motor para llevar a la mujer. En 20 minutos llegaron a la casa de la chica, el chofer le cobró el viaje, la ayudó a bajar las cosas y continuó con su trabajo.

Al otro día, cuando el tachero fue a buscar el auto a la cochera para empezar una nueva jornada de trabajo, lo estaba esperando la policía. Le preguntaron sobre una chica embarazada de unos 20 años, le mostraron una foto y él les contó que la había llevado desde la Terminal a la casa, con una escala previa en la que ella aprovechó para sacar cosas de la vivienda de su ex marido.

Los policías sonrieron y le explicaron que esa chica de rostro aniñado contaba con varios antecedentes por robo. La casa del supuesto ex marido en realidad pertenecía a otra persona que estaba fuera de la ciudad. La joven embarazada la tenía “marcada” para robarla, y decidió hacerlo a través de un taxi. Por un lado, el auto no levantaba sospechas entre los vecinos, ya que la esperaba en la calle mientras ella se las ingeniaba para violentar la cerradura. Por otro, le servía para cargar las cosas que hurtaba.

El taxista, asombrado, recordó que el día anterior la chica se había demorado unos cuantos minutos para abrir la puerta en lo de su ex marido, pero como estaba distraído no alcanzó a ver que ella forzó la cerradura.

Finalmente, el tachero le indicó a la policía la dirección donde había dejado a la mujer y, horas después, la embarazada de rostro aniñado fue detenida. La denuncia habría llegado a través de un vecino que sospechó al ver a una desconocida cargando media casa dentro de un taxi.

Al allanar el hogar de la joven, la policía secuestró una moto y varios objetos que habían sido robados en hechos anteriores. Esa tarde, el tachero trabajó con los ojos más abiertos que de costumbre, producto del asombro, y como nunca recordó la frase de cabecera de su difunta madre: ―Querido: no te guíes por las apariencias.

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