LOS GATITOS DE SU SANTIDAD

15/7/09

─Cada quien con su cada qué─, solía decir mi abuela antes de zamparse una taza con una inmunda infusión de aloe vera, que ella misma insistía en recolectar al borde de las vías del Ferrocarril Urquiza.

Lejos del conurbano bonaerense y sus trenes atestados, y casi con certeza lejos también de las pinchudas plantas de aloe vera, el Papa Benedicto XVI debe haber murmurado algo parecido a la nona cuando, el otro día, medio mundo se burló de él al enterarse que pasaba sus vacaciones en compañía de dos gatitos. Sucede que el pontífice tiene fama de tipo duro y, cuando se supo que decidió pasar unos días de descanso en los alpes italianos junto a dos simpáticos felinos, unos cuantos feligreses mal arriados comenzaron a reír.

De todas formas, tratando de hacer caso omiso al mítico “qué dirán”, cuentan que Benedicto hasta se permitió un par de caricias en los felinos, puesto que, al fin de cuentas, “cada uno, mientras no jorobe al prójimo, puede hacer lo que quiera”. Como fuere, el gesto de cariño llamó mucho la atención, porque nadie olvida la cara de pocos amigos que suele exhibir el pontífice cuando está rodeado de gente.

Ante el repentino cuadro de ternura gatuna, un periodista de la RAI 3, que cubría el descanso del Papa para la televisión pública italiana, metió la pata cuando en medio de un noticiero quiso explicar las actividades del otrora cardenal Ratzinger. Parece que el cronista intentó, de manera socarrona, explicar el cariño de Benedicto por los gatos y, a la vez, hacer hincapié en la escasa adhesión pública que había concitado la visita papal a los alpes (comentan que no se palpaba mucho fervor popular en ninguna de las montañas). Muy suelto de cuerpo, el periodista se refirió a Benedicto y dijo: ─Cuatro gatos, tal vez un poco más, tienen la paciencia y el coraje de escuchar sus palabras...

En la RAI se imaginaron enseguida la tromba que se venía. Al rato nomás de terminado el noticiero, comenzaron los llamados de políticos referenciados en los partidos de la derecha italiana, que expresaron su repudio por la manera en que fue tratado el Papa. Ni hablar de los mensajes de enojo que hicieron llegar desde el propio Vaticano: la figura del pontífice merecía otro grado de respeto, decían casi a los gritos.

Asustado por las repercusiones, el periodista intentó disculparse por carta pero, para evitarse problemas, la RAI decidió relevarlo de su puesto y enviarlo a otra sección del canal. ¿Benedicto? Bien, gracias. Acarició cuatro o cinco veces a los dos gatos, bostezó un rato y, con disciplina germánica, se frotó las manos con alcohol en gel (nunca se sabe en qué momento la gripe porcina puede mutar felina).

2 comentarios:

Turco dijo...

Piedad para el periodista de la RAI. Peor hubiera sido que haya mencionado, para referirse a la expectativa por la visita del Papa, el conocido dicho: "no había ni el gato". En ese caso, hubiera mentido, ya que, al menos, dos gatos había!

Ja, ja. Es cierto. Había dos. Y hay que ver ¡qué gatos! Un abrazo, gracias por la visita.

PD: El Túnel cumple, Chosma dignifica.