EL CAPITAL NO TIENE BANDERA, LA ANOREXIA TAMPOCO

28/4/09

La globalización y su frenético rumbo no sólo acortan ciertas distancias que tienen que ver con la comunicación, la cultura o el mercado, sino que avanzan también sobre otros terrenos menos gratos para esa masa multiforme llamada humanidad.

Así, no sólo se universaliza en la TV cosmopolita “El gran hermano”, sino que, a la vez, en los últimos años también asistimos a la propagación planetaria –en vivo y en directo, claro– del Aedes Aegypti, un mosquito juguetón cuyas hembras, además de jugar a las escondidas, suelen divertirse esparciendo las semillas del dengue y la fiebre amarilla. En esa línea se anotan, con ánimo de sumar bienes globalizados, la gripe “aviar” y su prima, la “porcina”. Eso sin mencionar a la madre de todos los males, la crisis financiera internacional.

Ahora bien, de manera silenciosa (como corresponde a todo mal que se precie) no sólo se diseminan las pestes de los animalitos de corral (una suerte de versión libre de la película “Rebelión en la granja”), también lo hacen otras dolencias globalizantes, como la anorexia.

Por caso, en estos días el concurso australiano de Miss Universo 2009 fue sacudido por la polémica cuando tomó estado público el peso de una de las finalistas. Stephanie Naumoska (ver fotos), una modelo de Sidney que tiene 19 años, exhibió en la pasarela 1,80 metros de altura, pero acusó en la balanza la bicoca de 49 kilos, dejando al descubierto no sólo sus huesos, sino también un índice de masa corporal muy por debajo del mínimo aceptado por los nutricionistas.

Al ver su foto en los diarios, los especialistas dijeron que necesitaba ser examinada de manera urgente, porque era muy probable que sufriese un cuadro médico de desorden alimenticio. Stephanie, enojada por los titulares de los diarios australianos, que se preguntaban con sorna: “¿Huesuda o bella?”, aclaró que no le pasaba nada, y que comía “ocho veces por día”.

Finalmente, la ganadora fue otra, pero el caso motivó que se vuelva a hablar de ciertos estereotipos de belleza globalizados que tienden a expandir comportamientos insalubres. Algún periodista recordó, a modo de ejemplo, cómo en ciertos lugares del nordeste brasileño, donde suelen abundar los turistas europeos (sobre todo los italianos), es común observar prostitutas exageradamente delgadas (tanto o más que Stephanie). El fenómeno responde a que, siguiendo el modelo de belleza que reclaman esos turistas a la hora de pagar por una noche placentera, los proxenetas de la región exigen un riguroso régimen de comidas a sus chicas, de manera de obtener un diferencial de “competitividad” que les permita recaudar en euros.

En nuestro planeta “globalizado” de cada día, la explotación continúa con su huesudo y decrépito estandarte, mientras que el capital, como siempre, sigue jactándose de no necesitar colores ni bandera.

2 comentarios:

Turco dijo...

Impecable nota de color, aunque de color negro, por lo triste y absurda que resulta la realidad en algunos casos, por no decir en todos.
¿Habrá visto Heloísa el grado de desnutrición de las chicas de la calle de Maceió?,por demás impresionable y totalmente opuesto a la fortaleza del "Indio" Bazan Vera.

Así es la cosa, estimado visitante. La vida, en sí misma, suele encerrar varios motivos para alucinar. Claro que no siempre es una alucinación colorida (más de una vez aflora el negro tristeza). Ojalá haya tiempo todavía para torcer ciertos destinos y armar, aunque más no sea, un pedacito de porvenir... no sólo para las chicas nordestinas, sino también para la "huesuda" de la foto.

Un abrazo, Turco, gracias por la visita.