Desde hace un par de años, cualquier mortal de billetera nutrida que deambule en las proximidades del Mar Rojo puede darse el gusto de comer en el fondo del océano.
Lo único que hay que hacer es rumbear para la ciudad de Eilat, la más austral de Israel. Una vez allí, arrimarse a la costanera, adentrarse
Todo el ambiente fue decorado en función del panorama marítimo: el piso está revestido en arena, las banquetas tienen aspecto de pulpos, las lámparas se asemejan a medusas y por todos lados hay enormes estrellas de mar. A través del techo y las decenas de ventanas puede observarse el imponente paisaje del fondo del mar: desde bancos de corales hasta rayas, pasando, claro, por millares de peces y caballos marinos.
Qué más decir; pescados, mariscos y vino… en medio de esa armonía inquietante que genera el mar, cada vez que se lo observa, en vivo, y desde abajo.
Un espectáculo para pocos. Ergo, ajeno a nuestras posibilidades (y a la de muchos otros). Por eso, disfruten las fotos.
0 comentarios:
Publicar un comentario