BRASIL: EL DÍA QUE LA REVOLUCIÓN FUE OBRA DE LOS MOSQUITOS

30/1/08

Mucho se habla en estos días de la fiebre amarilla. A tal punto, que el asunto ya llegó a niveles de psicosis: todo el mundo exige vacunarse y esa exagerada demanda provoca que las vacunas escaseen en algunas ciudades donde verdaderamente hacen falta.
Ese comportamiento típico de masa, tan habitual entre nosotros, tuvo su pico (en lo que refiere a pestes) en los inicios del siglo XX. Según cuentan las crónicas de la época, en la ciudad de Río de Janeiro eran habituales por aquellos días los brotes de viruela, sarampión, tuberculosis, fiebre amarilla y otras pestes. Decidido a encontrar soluciones, el gobierno creó las brigadas mata mosquitos, que tenían en sus manos un ambicioso plan que incluía la vacunación contra algunas de esas enfermedades; los brigadistas del servicio sanitario entraban en las casas de la ciudad, esparcían pesticidas de toda índole para tratar de exterminar mosquitos y ratas y, además, obligaban a todo el mundo a vacunarse contra la viruela (todo esto lo hacían con el apoyo de las fuerzas públicas de seguridad, que convencían -de la manera que hiciera falta- a quienes se negaban a colaborar).


El problema era que la gente no creía mucho en la efectividad de la vacuna y, apenas iniciado el plan sanitario, los rumores comenzaron a correr por todo Río de Janeiro: las (y los) chusmas de barrio decían que para colocar la vacuna se desnudaba a la gente, y que la aplicación se realizaba en las partes íntimas del cuerpo. Imagínense el rechazo.

Tanto rumor, tantas ansías de vacunar y la cantidad de pestes volando, convergieron en un verdadero levantamiento de la población carioca. Entre los días 10 y 16 de noviembre de 1903 Río de Janeiro fue un campo de batalla. Se repitieron los saqueos, incendios y las barricadas de los vecinos que enfrentaban a los equipos de salud pública. El 14 de noviembre, los cadetes de la Escuela Militar de Praia Vermelha se levantaron en armas a favor de la población enfurecida y contra las medidas de los vacunadores y el gobierno.
Después de un saldo trágico de 30 muertos, 100 heridos y un número indeterminado de vecinos deportados hacia zonas selváticas, el gobierno entendió que no era momento para obligar a una vacunación masiva, así que dio marcha atrás... para alegría de mosquitos, roedores, vecinos y pestes varias.
En fin... como no sólo de vacunas y pestes vive el hombre, un buen plan para el viernes es sintonizar la 1570 a eso de las 22, y disponer los oídos para escuchar a Toni Delmar y Chicho de Catanzaro, figuras centrales de "El Túnel y los tiempos" veraniego.

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