UNA JODITA PARA TINELLI

25/11/10

El cómico británico Dave Ismay escuchó de boca de su médico que le quedaban sólo tres meses de vida, porque la cirrosis que sufría era irreversible.  Durante un par de días Dave se sintió desconsolado, pero poco a poco fue asumiendo el asunto y, perdido por perdido, decidió salir a la calle para disfrutar sus últimas semanas como Dios manda.

Pensó en las muchas cosas que le gustaría vivir, armó una lista de asuntos pendientes y salió a la calle dispuesto a dar rienda suelta a sus caprichos. Basta decir que, entre otras cosas, adquirió un automóvil Mercedes último modelo, se compró un campo de golf y emprendió un viaje a todo lujo por Australia.

Dos meses después, cuando se había patinado hasta el último centavo de su cuenta, Dave recibió una llamada desesperada de su médico, quien le rogaba que lo disculpe porque había errado con su diagnóstico. Según el doctor, una última biopsia confirmaba que la cirrosis no era tal y, en realidad, el cómico sufría una enfermedad congénita tratable: la sintomatología similar había provocado la confusión.

Superado el trance, por estas horas Dave recorre los bancos londinenses en busca de crédito para salir de la bancarrota y, rememorando a Héctor Alterio en “Caballos Salvajes”, no pasa un día sin gritar: “¡la puta que vale la pena estar vivo!”.

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