El tema es muy sencillo. Una banda se organiza, consigue (o hurta) cientos y cientos de metros de cable coaxial, “pincha” (o roba, según el léxico que más le guste) la señal de una empresa de televisión paga, la potencia a través del equipo adecuado y, posteriormente, le pone un nombre simpático a la nueva distribuidora de TV.
Ahí nomás, recluta en el barrio un grupo de promotores o promotoras que salen a ofrecerle la nueva señal a los vecinos, a un tercio del precio que cobra la empresa legal. El cableado en la calle se vuelve una locura y, a pesar de ser consciente de la ilegalidad, la gente agarra viaje porque el abono cuesta dos mangos. Ergo, la empresa se agiganta día a día.
Ese tipo de compañías truchas que distribuyen TV por cable son habituales en Río de Janeiro y se las conoce como Gatonet. Sin ir más lejos, en los últimos días la policía carioca desbarató en la Baixada Fluminense una banda que poseía 5.100 clientes y facturaba (una forma de decir, claro, porque operaba en negro) unos $4 millones por año.
Nada, si lo comparamos con la reina de los Gatonet, que fue desmembrada en junio de este año: la empresa tenía 30 mil suscriptores en una enorme barriada de Río y reunía, en concepto de abonos por el servicio de cable trucho, cerca de $1 millón por mes.
Ahí nomás, recluta en el barrio un grupo de promotores o promotoras que salen a ofrecerle la nueva señal a los vecinos, a un tercio del precio que cobra la empresa legal. El cableado en la calle se vuelve una locura y, a pesar de ser consciente de la ilegalidad, la gente agarra viaje porque el abono cuesta dos mangos. Ergo, la empresa se agiganta día a día.
Ese tipo de compañías truchas que distribuyen TV por cable son habituales en Río de Janeiro y se las conoce como Gatonet. Sin ir más lejos, en los últimos días la policía carioca desbarató en la Baixada Fluminense una banda que poseía 5.100 clientes y facturaba (una forma de decir, claro, porque operaba en negro) unos $4 millones por año.
Nada, si lo comparamos con la reina de los Gatonet, que fue desmembrada en junio de este año: la empresa tenía 30 mil suscriptores en una enorme barriada de Río y reunía, en concepto de abonos por el servicio de cable trucho, cerca de $1 millón por mes.
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