CAMPOSANTO

20/6/08

De haber pasado, digamos que pudo ser en Buenos Aires, una noche de junio de 2008. La señora salió a la calle dispuesta a protestar contra el Gobierno. Adhería en cuerpo y alma al reclamo del sector agropecuario. Fue hasta el cuarto de su empleada doméstica (único y verdadero apoyo en esta última etapa de vida). Le pidió que la acompañase a la cocina. Eligieron un cacharro viejo, y la chica corrió a llamar el ascensor. Allá fueron. La anciana aristocrática con los ojos bien abiertos, por si acaso. La joven doméstica todo lo contrario; y sí, cuesta darle ritmo a la cacerola cuando se está cansado, y lo único que rebota en la cabeza es la certidumbre de que mañana hay que levantarse cinco y cuarto.

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